No venimos a meter miedo. El piercing no es ningún arma de destrucción masiva, pero sí una opción estética o cultural que no debe tomarse a la ligera ya que a veces se convierte en un elemento extraño con el que nuestro organismo no logra congeniar.

Los piercings en la boca conllevan muchos problemas, y la mayoría no se solucionan fácilmente.

Dependiendo de la ubicación del piercing producen unos problemas u otros, pero ya sean en labios o lengua, retienen comida y dificultan la limpieza de la zona, promoviendo la acumulación de bacterias.

Estas bacterias crecen y se reproducen, y desprenden unas sustancias que provocan halitosis (mal aliento). Se introducen en el agujero dónde está el piercing y pueden provocar dolor, inflamación, sangrado, e infecciones.

Este problema se puede minimizar mediante una higiene extrema tanto del piercing como de dientes, encías y lengua, sin embargo la acumulación de bacterias dentro del agujero permanece intacta independientemente del uso de enjuague.

Las bacterias además disminuyen el PH de la boca, incrementando el riesgo de caries, ya que el s. mutans es más activo en pH ácido, y los dientes tienden a erosionarse con más facilidad.

Un enjuague de flúor diario puede retrasar la aparición de caries y la erosión de los dientes,  sin embargo no lo evita.

El piercing en la lengua puede dañar glándulas salivales, disminuyendo la cantidad de saliva de la boca, que conlleva un incremento del riesgo de caries, y puede afectar al sentido del gusto.
Durante la masticación también genera problemas ya que algunas bacterias impactadas en el piercing se mezclan con la comida y se ingieren, llevándolas al estómago y de ahí al resto del organismo. Esto disminuye las defensas del cuerpo ante cualquier infección o virus externo.

La limpieza y desinfección del piercing (fuera de la boca) después de cada comida y bebida ayuda a reducir la cantidad de bacterias que penetran al organismo por ingestión.

Los piercings de labio rozan continuamente las encías. Este contacto provoca desgaste, llagas y pérdida de la encía, y la consecuente pérdida del hueso y del diente, provocando los mismos signos y síntomas que la periodontitis.
El contacto de estos piercings con el diente provoca erosión en la zona dando sensibilidad y caries, y puede llegar al astillamiento o la fractura dental.

El efecto de los piercings por contacto directo es inevitable y su única solución es la eliminación del piercing y el tratamiento de la lesión que haya provocado.

Los piercings en la boca comportan consecuencias a nivel oral y al resto del organismo de difícil solución. Las revisiones regulares al Odontólogo son muy importantes para poder prevenir y detectar a tiempo estas lesiones.